Introducción

Dentro de los abortos de origen viral que afectan a los bovinos en nuestro país, se describen los producidos por el virus de la rinotraqueítis infecciosa bovina (RIB) y por el virus de la diarrea viral bovina (DVB). Estas dos enfermedades virales también son responsables de provocar lesiones en otros órganos, diferentes al aparato reproductor, con las consecuentes manifestaciones clínicas. Es así como mundialmente a estos virus se les relaciona con una variedad de cuadros clínicos, tal es el caso del virus de la RIB que está asociado con la presentación de rinotraqueítis, conjuntivitis, encefalitis, vulvovaginitis, balanopostitis, mastitis, diarrea y dermatitis.

Al virus de la DVB, se le describe asociado a diarrea, enteritis, lesiones erosivas en las mucosas, repetición de celos, mortalidad neonatal, malformaciones congénitas, enfer­medad respiratoria, síndrome hemorrágico y la enfermedad de las mucosas. Además el virus de la DVB provoca un estado de depresión del sistema inmune favoreciendo la participación de otros patógenos virales y bacterianos.

Todas estas manifestaciones clínicas, asociadas a ambos virus, hacen que sean de gran importancia en la industria bovina, ya que las pérdidas que ellas provocan son cuantiosas y muchas veces no cuantificables. Dentro de los factores de pérdidas, lo más manifiesto es la provocada por la muerte de un producto en gestación que en ocasiones se manifiesta en aborto.

¿Cómo se produce el aborto?

El mecanismo como el animal puede sufrir un cuadro de aborto, cuando se contagia con uno de estos virus, se resume del siguiente modo: en el caso de la RIB ocurre cuando una hembra gestante se contacta con un animal que está cursando un cuadro clínico o subclínico de RIB, sea éste de tipo respiratorio, una conjuntivitis, un aborto o cualquiera de los anteriormente mencionados. Considerando que el virus es fácilmente destruido por la sequedad y el calor ambiental, el contagio ocurre solamente cuando los animales están muy cerca y existe entre ellos contacto por lamidos o estornudos y también por consumo de pastos contaminados con descargas recientes procedentes de animales que están eliminando virus.

El virus de la RIB, ingresa al animal a través de nariz y boca (vía oronasal) y después de unos días pueden aparecer, signos de enfermedad respiratoria y conjuntivitis. Posteriormente, pasa a la sangre y si la vaca esta en gestación, el virus se aloja en el úterolas (carúnculas), y después de un tiempo invade el feto dañando el hígado, bazo, riñón, timo y linfonódulos lo que le provoca la muerte. El aborto puede manifestarse dentro de un período de 60 días después de ocurrida la infección de la hembra y ésta puede infectarse en cualquier trimestre de la gestación.

Una característica importante del virus de la RIB, es que una vez que el animal adquiere la infección, el virus permanece alojado en algún ganglio nervioso (en latencia), y en condiciones de estrés, el virus se multiplica, transformándose en fuente de contagio para otros animales susceptibles del rebaño. Se sabe que una vaca que ha abortado por causa de este virus, puede tener partos normales en las próximas gestaciones.

En el caso de la DVB, una hembra gestante que nunca antes ha estado en contacto con el virus lo puede adquirir por consumo de pastos contaminados con orina, heces, moco, saliva, sangre, semen o cualquier exudado procedente de un animal que haya estado eliminando virus, así como también por el coito, inseminación artificial, implante de embriones y administración de cualquier producto biológico contaminado con el virus.

El virus adquirido, ya sea, vía oro nasal, genital o parenteral alcanza el aparato reproductor a través de la sangre y dependiendo del tiempo de gestación en que se encuentre la hembra bovina, va a ser la importancia y magnitud del cuadro que él produce. Si el virus alcanza el aparato reproductor en el primer mes, puede haber muerte del embrión con reabsorción y en ese caso la vaca manifestará repetición de celos. Cuando la infección ocurre después del primer mes y antes de los 120 días de gestación, el daño al feto puede ser suficiente para producir su muerte y posterior aborto, o en su defecto el feto muerto se mantiene en el útero dando la apariencia de seco y duro (estado de momificación). También puede ocurrir que la muerte se verifique alrededor del nacimiento. En muchas ocasiones el daño provocado por el virus no es suficiente para producir la muerte del feto o ternero y éste sobrevive después del nacimiento, pero por el hecho de haberse contactado con el virus antes de los 120 días de gestación, este animal reconoce al virus como parte de él, siendo incapaz de generar anticuerpos en su contra y por lo tanto nace con el virus, lo multiplica permanentemente en su cuerpo y lo elimina por todas sus secreciones y excreciones, transformándose en un portador «inmunotolerante».

Este animal que es considerado como la principal fuente de infección en un rebaño, sólo a veces puede presentar algunos signos que hacen sospechar de su condición de animal infectado y diseminador del virus, pudiendo ser estas: manifestaciones de tipo neurológicas, retraso en el desarrollo, pelaje feo o bajos índices productivos, pero muchas veces su apariencia es normal y en las pruebas serológicas aparece como negativo. La única forma de reconocerlo es a través de la detección directa del virus.

Si la infección con el virus de la DVB ocurre después de los 120 días de gestación, puede haber muerte del feto y aborto. Sin embargo, muchas veces ocurre que el daño no es suficiente para provocarle la muerte, y en esta edad en que el feto es capaz de defenderse de agentes extraños por su propio sistema inmune (inmunocompetente), logra eliminar el virus y en consecuencia, el ternero que ha sobrellevado la infección, nace con anticuerpos para el virus y no es portador de él.

El animal que se infecta con el virus DVB en vida extra uterina, generalmente desarrolla una respuesta inmune que lo protege frente a futuras exposiciones y no queda como portador del virus.

Diagnóstico

Las causas que pueden asociarse con aborto son múltiples y entre ellas se pueden mencionar factores genéticos, medioambientales, pero las que revisten mayor importancia por su magnitud son las de origen infeccioso y particularmente aquellas en que el agente infeccioso daña directamente la placenta y/o al feto. Para conocer cual es la causa del aborto se requiere de un diagnóstico que la mayoría de las veces no es definitorio y el médico veterinario clínico, de acuerdo a sus sospechas, debe recurrir a diagnósticos de laboratorio de tipo histopatológico, microbiológicos y/o virológicos. Sin embargo, a pesar del apoyo de los exámenes de laboratorio no siempre se llega a un diagnóstico definitivo, menos aún si las muestras no son enviadas adecuadamente al laboratorio. La calidad de la asistencia dada por el laboratorio de diagnóstico, dependerá de que las muestras tomadas sean las adecuadas y de las buenas condiciones de transporte y de los antecedentes clínicos que acompañen a la muestra.

Para el diagnóstico virológico de aborto, en caso de disponerse del feto abortado éste debe someterse a necropsia y a examen histopatológico. Para la detección de virus se recomiendan muestras solamente de tejidos frescos, abortos que no tengan más de 24 horas de ocurrido. La muestra debe contener trozos de tejido de hígado, bazo, pulmón, riñón, tiroides y carúnculas placentarias, si están disponibles, así como también sangre del feto y de la madre. La muestra debe recogerse en forma aséptica y depositarse en bolsas de polietileno nuevas y la sangre en un tubo estéril con anticoagulante. Nunca se deben mezclar muestras procedentes de diferentes animales. También es recomendable buscar la presencia de anticuerpos para el virus, en el feto y en la madre, para ello es necesario tomar una muestra de sangre sin anticoagulante del feto y de la madre.

Las muestras inmediatamente de recogidas, deben disponerse en una caja con bolsas de hielo, para mantener las muestras en un ambiente frío y evitar la inactivación de los virus y enviarse en el menor tiempo posible al laboratorio, acompañada de sus antecedentes clínicos. En el laboratorio, en las muestras de tejidos y de sangre sin coagular, se busca la presencia del virus y en las muestras de sangre coagulada, los anticuerpos.

Control

En el control de estas virosis es fundamental contar con adecuadas medidas de manejo, como son el aislamiento de animales enfermos, confirmar el diagnóstico clínico con estudios de laboratorio, evitar la entrada al rebaño de animales enfermos y de aquellos clínicamente sanos pero que portan cualquiera de estos dos virus, en la monta natural usar toros libres de infección y cuando se use inseminación artificial y se haga transferencia de embriones contar con la certificación debida de estar libre de estas virosis.

El empleo de vacunas se justifica en aquellos animales que no han estado en contacto con el virus, es decir que son serológicamente negativos y particularmente para el VDVB, que no estén en la calidad de portador inmunotolerante. Para la DVB se describe que la medida de control más eficiente está en la detección y eliminación de por­tadores «inmunotolerantes».

Antecedentes en Chile

En Chile el virus de la RIB se aisló por primera vez en el año 1960, desde erosiones de la mucosa lingual de animales dispuestos en una estación cuarentenaria. Frecuentes observaciones de bovinos con sintomatología respiratoria hicieron sospechar de la presencia del virus en el país, pero varios intentos para aislarlo fueron infructuosos. En 1977, el virus se aisló desde terneros con sintomatología respiratoria ubicados en un predio de la Región Metropolitana. Sólo años después, en 1982 y en 1984 se logró aislar el virus desde brotes de abortos que afectaron a animales de la X Región. Posteriormente el virus se ha aislado desde fetos abortados procedentes de la VIII Región. Estudios de prevalencia serológica demuestran que esta virosis está ampliamente distribuida ya que se describen valores que fluctúan entre un 21 a un 66 % para diferentes regiones del país. En resumen, en Chile la RIB se asocia con la presentación de la enfermedad respiratoria, conjuntivitis y aborto. No se ha aislado el virus desde animales que presenten las otras manifestaciones clínicas de encefalitis, vulvovaginitis y balanopostitis y que son de presentación en países vecinos.

Para la DVB, se describe la siguiente situación en Chile: por exámenes anátomo patológicos se sospecha de la presencia del virus desde el año 1982, pero el virus fue aislado sólo en el año 1986 desde un brote de enfermedad mucosa que afectó a terneros de la X Región. Posteriormente el virus ha sido aislado en repetidas ocasiones desde cuadros de aborto, muerte neonatal animales adultos con síntomas clínicos y también de animales sin sintomatología clínica así como también de un gran número de animales que están en la condición de ser portadores «inmunotolerantes» del virus de la DVB. La prevalencia serológica para este virus, registrada en predios de la IX y X Regiones corresponde a un 69%; a un 58% en ganado de leche de la Región Metropolitana; y a un 82% en ganado de carne de la Región Metropolitana.

En este año en el Laboratorio de Virología de nuestra Facultad se ha iniciado una investigación para evaluar diferentes procedimientos de diagnóstico para el VDVB, con el fin de disponer de técnicas, que permitan hacer un diagnóstico más preciso, rápido y económico que contribuirá al conocimiento de la situación de la enfermedad en una región, en un predio o en un caso individual.

Conclusión

El aborto viral bovino es una patología que provoca gran detrimento en la producción bovina y a pesar de los esfuerzos que tienden a su control ha sido muy difícil de erradicar en muchos países por las características del comportamiento biológico de los virus comprometidos, destacándose el fenómeno de la «latencia» viral en el caso del virus de la RIB, y de la presencia de portadores «inmunotolerantes» en el caso del virus de la DVB. Dada la inexistencia de tratamientos es imposible controlar éstas virosis por este medio y la única herramienta disponible son las medidas de manejo basadas prioritariamente en la detección de los animales portadores que son la fuente principal de contagio y esto se logra exclusivamente a través del diagnóstico de laboratorio. Las vacunas si bien protegen sólo tienen valor cuando se aplican al sector de animales susceptibles de ser infectados. Chile no escapa a la situación antes descrita, y dados los antecedentes que se disponen en nuestro medio aunque que siendo pocos muestran una considerable magnitud de animales infectados, es preciso tener presente estas enfermedades virales en los programas que tienden a optimizar la productividad de la masa bovina.