El cultivo intensivo de salmónidos, tal como en otras especies animales depende de una serie de factores, entre éstos tenemos: tasa de conversión alimenticia, costo y disponibilidad de alimento, composición de las raciones ocupadas, etc., siendo a nuestro juicio la más importante de considerar 'la presencia de enfermedades y cuan efectivamente puedan ser prevenidas o tratadas'

Previa a la terapia específica frente a un cuadro infeccioso, es necesario diagnosticar el problema, ya que su etiología puede ser viral, parasitaria o bacteriana. Sin lugar a dudas son estas últimas las que provocan mayores pérdidas económicas; al respecto a nivel nacional se ha estimado que un 42% de las pérdidas totales son originadas por patógenos bacterianos y que las mortalidades durante la fase de agua de mar son de un gran impacto económico ya que su magnitud es cercana al 20%.

Esta situación ha llevado nece­sariamente a la industria nacional de cultivos de salmones a incrementar el empleo de antimicrobianos, ya que la prevención, control y erradicación de enfermedades bacterianas se pueden abordar tan solo por dos caminos: a) control profiláctico mediante el empleo de vacunas, b) utilización de antibióticos y sulfas. Actualmente el uso de vacunas a nivel mundial es muy escaso, razón por la cual la quimioterapia sigue siendo la principal herramienta para combatir este tipo de enfermedades.

Las primeras tentativas para controlar enfermedades sistémicas de origen bacteriano en peces se realizó en USA alrededor de los años 30 utilizando sulfonamidas, posterior­mente en los años 50 se introdujo oxitetraciclina en Europa y USA y en 1970 el ácido oxolínico en Japón. En la actualidad se cuenta con una gran variedad de estas drogas como recursos terapéuticos, razón por la cual en la elección adecuada de uno de ellos, es necesario recordar algunos conceptos.

Sensibilidad del microorganismo frente a los antibióticos y sulfas:

Con frecuencia se piensa que es posible predecir la sensibilidad de muchos microorganismos patógenos frente a los antibióticos y sulfas, sin embargo no siempre es así, ya que las bacterias están dotadas de diversos mecanismos para adquirir resistencia y por ende aumentar las posibilidades de un fracaso terapéutico. En peces esto toma aún mayor relevancia, ya que existen bastantes trabajos de investigación señalando que la sensibilidad de las bacterias patógenas son dependientes de la temperatura del agua.

Al respecto, es importante recordar que la principal causa de que las bacterias cambien su patrón de sensibilidades la administración de dosis subterapéuticas (inferiores a las necesarias para destruir el microorganismo) o intermitentes de estas drogas, ya que actúan como una fuerte presión de selección, favoreciendo la aparición de cepas que han adquirido resistencia ya sea por mutaciones cromosómicas o bien adquisición de plásmidos. Es esta una de las principales razones que después de un empleo indiscriminado de algún antibiótico o sulfa comiencen a presentarse fracasos frente a una terapia tradicional.

Los métodos habitualmente utilizados para determinar la sensi­bilidad 'in vitro' de las bacterias frente a los diferentes quimioterápicos son: Kirby Baüer y la Prueba de Sensibilidad de las Diluciones. Esta última nos indica la Concentración Mínima Inhibitoria (CMI) de cada cepa bacteriana y se define como la concentración mínima de antibiótico en la cual no se observa desarrollo bacteriano tras su incubación.

La ventaja de determinar CMI, es que ofrece la posibilidad de relacionar los resultados de sensibilidad, con las concentraciones plasmáticas que alcanza la droga en sangre y en los tejidos.

No nos cabe la menor duda que realizar estudios de sensibilidad cuando estamos frente al problema es casi imposible, ya que no se pueden esperar los resultados de los laboratorios para instaurar una terapia; pero no debemos olvidar, que para que se desencadene la enfermedad debe existir el huésped, condiciones ambientales y micro­organismo (Fig. 1). Este último, se puede encontrar en el medio acuático o en el huésped antes de que se manifieste la enfermedad, por lo que sería razonable realizar periodicamente vigilancia de sensibilidad con el fin de seleccionar adecuadamente nuestro fármaco en el momento que comience el brote.

 

 Fig.1 Relación huesped, ambiente y microorganismo

Comportamiento del fármaco dentro del organismo:

Dado que la mayor parte de los antibióticos y sulfas utilizados en la industria acuicola (eritromicina, oxitetraciclina, sulfas, quinolonas etc.) fueron desarrolladas en un inicio para uso en medicina humana y otras especies mamíferas y considerando que los peces son organismos acuáticos ectotérmicos, anatómica y fisiológicamente muy diferentes, constantemente se están realizando estudios a nivel mundial para estudiar el destino de estos fármacos en el organismo de esta especie animal.

Para asegurarse un éxito terapéutico, el antibiótico o sulfa seleccionado debe alcanzar concentraciones adecuadas en sangre y en los tejidos. Estas deben ser a lo menos igual a sus CMI, idealmente 4 a 6 veces superior a esta, Fig. 2, razón por la cual las investigaciones farmacológicas en los organismos acuáticos y por ende en los salmó­nidos se abocan fundamentalmente a estudiar el comportamiento del fármaco dentro del organismo animal , es a lo que habitualmente se le denomina 'estudios farmacocinéticos'.

La farmacocinética es el área de la farmacología que estudia la absorción, distribución a los diferentes tejidos, metabolización y eliminación de las drogas. Además entrega información de la cantidad de niveles trazas (residuos) y el tiempo que permanecen estas en los tejidos, dato de gran importancia en salud pública, ya que nos indican los 'tiempos de carencia o resguardo' que deben tener los peces , una vez finalizada una terapia con anti-microbianos, antes de ser consumidos por la población humana sin riesgo para esta.

Los estudios farmacocinéticos en los peces han tomado aún mayor importancia, ya que no hay que olvidar que esta especie animal varía su temperatura corporal de acuerdo a las condiciones térmicas del medio ambiente. Esta característica fisiológica determina que los procesos de absorción y eliminación fundamentalmente están condicionados a las temperaturas del agua. Desde un punto de vista clínico y tera­péutico esta situación explica la necesidad de adaptar las dosis, ritmo horario de administración y períodos de resguardo de un fármaco de acuerdo a las características ambientales.

 

Fig. 2  Relación entre concentraciones plasmáticas y concentración mínima inhibitoria

Existen trabajos interesantes realizados en Noruega, Canadá y otros países que avalan este concepto; así por ejemplo se sabe que las quinolonas (ácido oxolínico, flumequina, sarofloxacino etc.) a temperaturas altas ( > a 12ºC) son rápidamente absorbidas por el organismo, lo cual permitiría explicar que en estas condiciones térmicas las dosis utilizadas pueden ser más baja con intervalos de administración y períodos de resguardo más corto. Por el contrario, á temperaturas bajas ( < a 10ºC) esta droga es lentamente absorbida y eliminada por el organismo, por lo tanto las dosis deben ser mayores, aumentando la frecuencia de administración (para evitar fracaso terapéutico) y lógicamente los períodos de resguardo para estos peces llegan incluso a ser 3 veces mayor. Este concepto también es válido para las sulfas, oxitetraciclina y en general para todas las drogas administradas en los organismos acuáticos.

En Chile la situación no deja de ser diferente, siendo necesario estudios dirigidos a la adaptación de dosis y frecuencia de administración de estas drogas . No debemos olvidar que de acuerdo a la localización geográfica de los sistemas de crianza y engorda marina, los rangos de temperatura ambiental varían considerablemente de acuerdo a las estaciones del año. Al respecto, datos entregados por la Asociación de Productores de Salmón y Trucha de Chile, en el Estuario de Reloncaví las temperaturas fluctúan entre una mínima de 7ºC en invierno a una máxima de 17ºC en primavera; en Chiloé Sur estos rangos van de 7ºC a 15ºC y en el sector de Calbuco de 9ºC a 16ºC.

Debido a los antecedentes expuestos, relacionados con la sensibilidad de las bacterias patógenas y el comportamiento de las drogas en el organismo, estos últimos años en Noruega han disminuido considerablemente la adquisición de estas drogas, basándose fundamentalmente en la adaptación de las dosis y ritmo horario en relación a las temperaturas ambientales.

Períodos de resguardo o supresión

Adicional a los estudios de sensibilidad y farmacocinéticos, también hay que tener presente que la terapia con estos fármacos deja concentraciones residuales en los diferentes tejidos y fluidos biológicos que pueden generar reacciones adversas en la población humana.

Ejemplo de ello es el cloranfenicol, siendo una de las drogas que mayor riesgo tiene de provocar anemia aplástica en el hombre. Países como Estados Unidos, Canadá y de la Comunidad Europea prohiben su empleo en animales de abasto, dejándola para uso exclusivo en enfermedades específicas del hombre.

También es conocida la actividad quelante de oxitetraciclina que lleva a la formación de un complejo tetraciclina ortofosfato de calcio en dientes y diferentes estructuras esqueléticas, alterando así el desarrollo y crecimiento de estos órganos. Es una de las drogas de mayor vigilancia en otros países.

Estos hechos han promovido a nivel internacional la dictación de normas sobre el empleo de inhibidores bacterianos, instaurando los 'tiempos de resguardo o supresión' que deben tener los peces después de finalizada una terapia con estos fármacos. Estos tiempos están determinados por las concentraciones máximas permitidas (niveles de tolerancia), las cuales son diferentes para cada droga en particular. En países como Noruega, los períodos de resguardo se determinan a diferentes temperaturas ambientales; en general estos son menores a 45 días a temperaturas sobre 10ºC y mayores a 45 días a temperaturas superiores a 10ºC.