Según consta en los registros de exportación de la Secretaría Regional Ministerial de Agricultura de la I Región, la salida de camélidos sudamerica nos domésticos desde Chile, hacia diferentes países del mundo, se lleva a cabo a contar de marzo de 1979. Se debe destacar que la información disponible en dichos registros, no tiene relación con la cantidad de animales que actualmente se encuentran en otros países, diferentes a los que naturalmente poseen este recurso.

Independientemente de cual sea el volumen de las exportaciones y los destinatarios, históricamente éstas no han representado una fuente de ingresos importantes para el país, como tampoco para el pueblo aymaru que es el principal poseedor de este recurso pecuario.

La mayor cantidad de llamas y alpacas que han salido desde Chile al mercado internacional, principalmente Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Francia e Israel, lo han hecho en los últimos 6 años, producto de una liberalización errónea de las restricciones anteriormente impuestas a la salida de estas especies.

Si bien es cierto que nunca ha existido una política que regule directamente la salida de llamas y alpacas desde Chile, hasta 1995 existía una restricción impuesta por el Servicio Agrícola y Ganadero, relacionada con la capacidad máxima de supervisión cuarentenaria en la zona norte. Con posterioridad a esa fecha, se permitía el libre tránsito de animales desde el norte hacia el resto del país, con la finalidad de iniciar lo que se denominó un programa nacional de repoblamiento camélido, lo que posibilitó establecer cuarentena en otras regiones de Chile y a partir de esos puntos, derivar animales al resto del mundo. Esta política generó la posibilidad de un comercio permanente, con buenas expectativas económicas y tuvo como resulta-do inmediato un aumento en el interés de diversos 'productores' nacionales por adquirir llamas y principalmente alpacas en el altiplano chileno.

Se señaló la necesidad de crear una normativa que regulara y fomentara la formación de un stock nacional, impidien do la salida del material genético de mejor calidad. Esto no se llevó a la práctica y sólo algunos criadores del sur formaron un rebaño de alta selección, del cual obtendrían los productos para la exportación, llegándose incluso al diseño de una pauta de calificación de razas y reproductores, alpacas y llamas, con el fin de crear registros genealógicos para estos animales.

En la mayoría de los casos primó el concepto de negocio a corto plazo, teniendo en consideración los bajos precios pagados al productor en el altiplano, cercano a los trescientos sesenta dólares por animal, en contraposición con los altos precios que estos animales alcanzaban en el mercado externo, fluctuando su valor entre los tres mil y cuarenta mil dólares. Esto puso de manifiesto que el beneficio económico de las exportaciones no se ha trasmitido de ninguna forma al pequeño productor, sino más bien al intermediario o al exportador.

Chile tenía muchas ventajas para establecer un mercado interesante en torno a estas especies domésticas. En primer lugar, existían pocos animales fuera del continente sudamericano. Por otra parte, estas especies generan sólo una cría al año y por lo lento de su ciclo reproductivo era imperativo aumentar el número de reproductores altamente seleccionados en los países interesados en este recurso animal. A lo anterior, se sumaba el hecho de que tanto Perú como Bolivia, países mayoritariamente poseedores de llamas y alpacas, mantenían restricciones para su exportación y, aun sin considerar lo anterior, se imponían restricciones sanitarias, ya que estos países tienen problemas crónicos con enfermedades altamente restrictivas para la mayoría de los mercados interesados en animales vivos, como lo son la lengua azul y la fiebre aftosa.

Finalmente, se debe considerar que la producción masiva a través de transferencia de embriones no se podía llevar a cabo a gran escala, debido a que esta biotecnología no estaba perfeccionada para su aplicación en camélidos. Se debe agregar a esto, la baja disponibilidad de vientres y que la mayoría de los países interesados en el recurso establecie­ron normas de reproducción similares a las usadas para el equino fina sangre.

Estas ventajas no fueron consideradas y finalmente se llegó a la situación actual que, en síntesis, desembocó en el establecimiento de un mercado consolidado para la llama y para la alpaca en los Estados Unidos. Posteriormente, se impusieron fuertes restricciones para la selección e ingreso de nuevos animales desde Chile, acompañado por una campaña de desprestigio de nuestra masa actual, por el deterioro genético de nuestro ganado camélido y la sospechosa aparición de animales positivos a fiebre aftosa, producto de una vacunación llevada a cabo en el altiplano a principios de 1996.

Además de lo expuesto, se sos­pecha del contrabando de animales desde Perú y Bolivia, para ingresar a Chile alpacas que cumplan con las crecientes demandas de calidad impuestas por los seleccionadores extranjeros.

Cuando se habla de exportación de camélidos, al igual que de otras especies de ubicación geográfica restringida, se habla de traspaso de material genético exclusivo. De hecho, las cifras oficiales indican que la mayoría de los animales exportados corresponde a machos y/o hembras en edad reproductiva o ore puber, por lo que constituye una sustracción de animales reproductores desde el altiplano. A lo anterior hay que añadir un porcentaje no cuantificado de animales, de las mismas características de sexo y edad y presumiblemente en una similar proporción de llamas y alpacas, que los agentes exportadores mantienen en corrales de acopio y otros que han salido a la zona centro sur del país. Por este concepto, se debería considerar un mínimo de dos mil animales de buena calidad, que no se encuentran en el altiplano pero aún permanecen en Chile. De hecho un pequeño porcentaje de estos animales sería de raza Suri, la que no es propia de nuestro país y son un claro indicio del traspaso de animales, que escapan al control de frontera, desde Perú.

Como balance general y siendo conservadores, se podría decir que durante los últimos nueve años, período en el cual se concentra la exportación extraregional e internacional, han salido de manos aymar., aproximadamente, seis mil reproductores, en una proporción de nueve hembras por cuatro machos y con edades comprendidas entre los dos y cuatro años.

La salida de reproductores desde los rebaños del altiplano ha tenido un importante impacto en la ganadería de camélidos sudamericanos domésticos. La información disponible indica una notoria desestabilización en la estructura poblacional de estas especies, especialmente entre las hembras en edad reproductiva, ya que la selección para exportación ejerce una mayor presión en este tipo de animales (llamas y alpacas), que además de disminuir en calidad genética, podría repercutir en los niveles de fertilidad de los rebaños y en las tasas de re­posición de animales que salen del ciclo reproductivo.

Respecto a las tasas de extracción, surgen muchas dudas respecto a la racionalidad existente en la exportación de este recurso y de sus escasas expectativas futuras. Es importante insistir que no sólo se trata del número de animales, si no también, de la fuerte selección que realizan los exportadores al momento de comprar, lo que ha repercutido de manera irreparable en la calidad genética promedio de los rebaños del altiplano. En un sentido más profundo, la sustracción de machos y hembras puede condicionar un aumenta en los niveles de consanguinidad, afectando entre otras variables, las ya deterioradas tasas de fertilidad y natalidad de los rebaños del altiplano. También podrá observarse que la disminución de animales de buena calidad repercutirá en forma rápida y directa en diferentes parámetros productivos dentro de los cuales, los fundamentales son la finura y producción de pelo.

En principio, se puede concluir, que la falta de una reglamentación orientada a proteger un patrimonio genético nacional, ha desembocado en la pérdida o al menos la merma de un recurso de gran importancia. Países que no tenían en su territorio estos animales, hoy y con las facilidades proporcionadas, poseen una mayor cantidad de llamas y un importante número de alpacas, de mejor calidad y con mejores expectativas de desarrollo y avance tecnológico que Chile.

Más que un valor testimonial o el análisis de un proceso errado, este artículo tiene por objeto prevenir sobre el futuro de las otras dos especies de camélidos, que también son un importante recurso para el país, el guanaco y fundamentalmente la vicuña, que es un recurso exclusivo de Chile y Perú. De hecho, en Chile ya existen peticiones al Servicio Agrícola y Ganadero para establecer explotaciones de guanacos con fines experimentales y comerciales.

Lo anterior, es excelente para el logro de alternativas de explotación pecuaria e incremento en el conocimiento de nuestros recursos animales. Sin embargo y en vista de lo sucedido con los camélidos domésticos, queda la duda del curso que seguirán algunas de estas explotaciones, considerando el hecho que existe un interés internacional aún mayor sobre estas dos especies y que dentro de las expectativas a corto plazo, el valor del animal como reproductor siempre superará el valor de sus productos. Estos hechos hacen suponer que el valor comercial que puedan adquirir estos animales, superará el interés por estudiarlos y desarrollarlos exclusivamente en el país.

La importancia de la vicuña es tan grande, que hoy está en la mira de muchos productores nacionales e internacionales. Su fibra tiene un grosor medio de 12,5 micras, inferior al diámetro del cashmere, lo que ha servido para denominarla como la fibra de los dioses y al animal, como el oro caminante de los Andes. En Perú, la vicuña está actualmente resguardada por comunidades indígenas y la venta de sus productos compromete un porcentaje de los ingresos destinado a dichas comunidades y otro porcentaje destinado a la protección de especies en extinción. En ese país, la mayoría de las agrupaciones de campesinos agrícolas encargadas de salvaguardar las vicuñas, antes de disponer de ellas, apenas lograban llegar a un nivel mínimo de subsistencia y estuvieron separadas tanto física como económicamente del resto del Perú.

Teniendo esto en consideración, la vicuña podría ayudar a cambiar dicha situación en Chile, donde también existen comunidades campesinas altiplánicas en condiciones de extrema pobreza.

El pelo es el principal producto obtenido de la vicuña y es un recurso muy atractivo para la industria textil. En 1994, Perú subastó en el mercado internacional dos mil kilos de pelo, adjudicándose la subasta dos compañías textiles italianas. El contrato con esas compañías, proporcionó ingresos por un millón trescientos mil dólares.

En el pasado, el valor comercial del pelo de vicuña tuvo como conse­cuencia, una excesiva explotación de esta especie tanto en Perú como en Chile, la cual era sacrificada para esquilarla y a mediados de 1960 se sumó a la lista de animales en vías de extinción, debido a que el número total de individuos disminuyó a cinco mil ejemplares. Por ello, ha sido necesario aplicar leyes internacionales para poder acceder a la propiedad de una vicuña o para comercializar sus productos. Debido a la producción, su número ha ido en aumento y hoy ya se puede pensar en su explotación comercial sin desestabilizar la población altiplánica y en programas de repoblamiento con una legislación muy rigurosa que impida el comercio clandestino y la salida de este patrimonio genético, único en el mundo.

¿Podrá suceder con el guanaco o la vicuña algo similar a lo acontecido con la alpaca y la llama?. No hemos sabido aprender de eventos similares relacionados con otras especies animales. Hoy en día, el mercado de los animales vivos, ya sea para su uso como mascotas o con fines productivos, es muy lucrativo y despierta un gran interés interna­cional, con empresas especializadas en el rubro.

El sacar un provecho eficiente y sostenido en el tiempo de nuestros recursos animales, domésticos y silvestres, no puede quedar sujeto a las reglas del mercado aplicables a otros productos. Se requiere de una regulación legal para cada caso en particular. De lo contrario, en el corto plazo, podríamos lamentar la perdida del guanaco y la vicuña de la mis­ma forma que hoy lo estamos haciendo con sus congéneres domésticos.